ELECCIONES DEL AYER EN COLCABAMBA
Apropósito de las elecciones municipales, en
la historia de Colcabamba la participación del pueblo en los últimos tiempos
fue muy activa.
Aquí la visión de la época de los 80de un
estudioso, Ivan Degregori sobre los resultados de la misma…
Para el 23 de noviembre de 1980 se realizaron
las elecciones municipales en Colcabamba.
“Para don Gustavo Hinostroza y los suyos, el
domingo 23, iba a ser día de fiesta. Los gamonales de Colcabamba, pensaban
consolidar ese día, democráticamente, su dominio sobre un concejo que hasta
hace muy poco y desde siempre, había sido suyo.
Ese domingo terminaría definitivamente la
pesadilla abierta en 1973 cuando “sus indios” se rebelaron y en fieras luchas
que se prolongaron más de un año, expulsaron de la alcaldía a Carlos Vargas y
lograron el nombramiento de un campesino. Eugenio Ticllacuri había roto una
tradición de siglos, humillando a los mistis.
Recién el año 78 los gamonales lograron el
nombramiento de un servidor suyo, un tal Artemio Zumaeta, pero los “indios”,
organizados, respondieron con una oleada de recuperación de tierras y
enfrentamientos que desbordaron el marco distrital y conmovieron a toda la
provincia de Tayacaja…
Pero este domingo seria el día de los mistis…
“Indios brutos, no saben ni agarrar el
lapicero, que van a poder escribir dos números” comentaba altiva una dama.
Además, las 20 mesas estaban en el casco
urbano de Colcabamba, ninguna en los anexos de los campesinos.
“Muertos de hambre, piojosos, ignorantes, ni sabrán
que hay elecciones, y si saben, que van a poder venir”, comentaba cachosa en la
plaza de armas otra doña.
Y tenían razón para estar alegres.
Para los campesinos de Colcabamba, las
elecciones era un capitulo mas en una historia de 4 siglos de enfrentamientos
contra los terratenientes.
En asamblea general y por unanimidad, la
comunidad había decidido inscribir lista propia a nombre del entonces Izquierda
Unida.
La campaña campesina fue pobre pero efectiva.
El domingo 16, un mitin multitudinario había usurpado otra vez la plaza de
armas de Colcabamba, el viernes 21 comenzaron a llegar los campesinos. Desde Paloma
Alegre, desde puerto San Antonio, en la ceja de la selva…
Los obreros de la Hidroeléctrica del Mantaro,
impedidos de votar por no haber hecho el cambio domiciliario, llegaron de Campo
Armiño y se ofrecieron como personeros de la comunidad. Por lo menos, esta vez
no sería como en mayo, cuando por falta de personeros, los votos de la Unidad Democrática
Popular desaparecieron de las mesas.
Campesinos instruidos, estudiantes y maestros
entrenaban en el local comunal al grueso de analfabetos a escribir el 38, pero
en muchos casos la tarea era inútil. Viejos campesinos, las manos deformadas y
agarrotadas por el rudo trabajo de la tierra, no podían agarrar correctamente
el lapicero.
La noche del sábado, el desaliento comenzaba a
cundir en el local comunal.
Sin embargo, 24 horas más tarde, al iniciarse
los cómputos, los rostros del Dr. Santillány el caballero Hinostroza
palidecieron; a doña Enriqueta le dio soponcio, a doña María le subió la
presión y por más que se abanicaba no podía ocultar el sofocón.
Un huayco de votos por la IU sepultaba las
esperanzas de los devaluados terratenientes supérstites.
Dos pequeños y perfectos 38 en cada voto
hacían abrir bocas, desorbitar ojos, erizar cabellos y temblar las piernas de
los gamonales.
¿Qué había sucedido? La noche anterior, cuando
entre los campesinos comenzaba a esparcirsela desesperanza, alguien reparó en
que haciendo dos huecos juntos con un perforador salía un 8, y si se cortaba el
8 por la mitad con unas tijeras, salía el 3. Los comuneros estallaron en júbilo.
En cartones de cajas de camisas, de zapatos,
de fósforos, comenzaron a hacer pequeñas plantillas con el número 38. Tenían un
solo perforador, pero trabajando pacientemente toda la noche, lograron fabricar
varios cientos.
A la mañana siguiente, centenares de
campesinos recibieron su platilla. Una flecha indicaba el sentido en el cual debían colocarla.
Ese domingo que iba ser fiesta para los terratenientes, en la
soledad de las cámaras secretas y siguiendo fielmente las instrucciones del
presidente del Jurado Nacional de Elecciones, los comuneros de Colcabamba
dibujaron con sus plantillas el número del pueblo.
Varios de ellos fueron descubiertos y sus
libretas electorales requisados. Pero, los gamonales no pudieron revertir los resultados
finales:
IU
= 920 votos, alcalde y 4
concejales
AP = 250 votos, un concejal
PPC = 12 votos, ningún concejal
Ese domingo que terminó siendo fiesta para los
campesinos, todos se juntaron en la noche serrana para celebrar el triunfo,
recuperando, definitivamente, la plaza de armas del pueblo, para el pueblo.
Texto extraído diario Marka 1980
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