jueves, 21 de abril de 2011

FIN DE LAS VACACIONES

TIERRA DEL MAIZ






Pasada la semana santa se viene la cosecha del maíz. Ese maíz llamada astilla que el pueblo de Tocas produce. La forma de cosechar cambia con el pasar de los años pero todavía algunas personas mantienen modos ancestrales. Aquí tenemos una añoranza de la forma de cosechar el maíz en nuestro pueblo en el siglo pasado que; nos cuenta el escritor Tocasino Mesias Arias Segovia



COSECHA DE MAIZ



Al tercer canto de los gallos, mas o menos, a las cuatro de la mañana, comienzan a cortar desde el tallo los maíces secos con el objeto de tener gavillas listas para comenzar la deshoja a la hora de costumbre. Las mazorcas se acumulan en mantas, pullos, costales para llevarlas a un lugar previamente preparado llamado tendal donde se tiende el maíz para que termine de secar a la fuerza del frio de la noche y el calor del día, deshidratándose los granos hasta hacerse fácil su desprendimiento de la base de sostén llamado coronta.
Cuando se encuentran las mazorcas con bifurcación callhuay se las selecciona para colgarlas dentro de las casas que sirven de depósito porque significa buena producción. Guardándolas como amuleto. Favorecen la repetición de la abundancia en los años venideros.
En el tendal se selecciona las mazorcas grandes, pequeñas y las que tienen diferentes colores y distintas variedades. En seguida se las coloca en el suelo sobre una capa de paja seca matizando con los diferentes colores y calidades. Esta disposición facilita el desgrane en las noches y evita que se mezclen una variedad con otra o entre diferentes colores.
En el tendal permanecen aproximadamente un mes. Durante ese lapso se vigila e incluso duerme en una choza preparada el que esta al cuidado quien en las noches aprovecha para hacer la pachamanca de calabaza bastante agradable.
Después que ha transcurrido un mes, se hace el desgrane con la mano, lo que se puede hacer tanto en el día como en la noche. Para esto se hace la invitación a todas las personas que deseen participar especialmente los jóvenes, porque son los mas alegres y juguetones; mientras tienen las manos ocupadas cuentan chistes, cuentos, adivinanzas y no faltan muchachos que saben tocar charango, bandurria, quienes se ponen a cantar dando alegría a los que desgranan. De esa manera las noches pasan desapercibidas y hasta se olvidan de dormir. A estos trabajos tan divertidos concurría Rosa Veramendi llamada cariñosamente Rosacha una mujer de mas o menos 55 años viuda quien tenia un pretendiente, un joven de 18 años llamado Aurelio Alanya mas conocido como Auli. Lo costeante es que el muchacho estaba muy enamorado y lloraba por Rosacha. La señora no quería corresponderle, diciendo: “no quisiera ser mujer de un muchacho, tampoco caballo de un borracho”. Con este criterio su negativa fue tajante en todas las oportunidades que le hacia mención de su amor.